Cuenta la francesa Simone Weil de sus vivencias en la Columna Durruti
que en una escaramuza capturaron a un chico de 15 años que peleaba con
los nacionales. «Lo registraron; se le encontró una medalla de la Virgen
y un carné de Falange», relata. «Lo enviaron ante Durruti, quien le dio
a elegir entre morir o incorporarse a las filas de quienes le habían
capturado. Le dio un plazo de 24 horas para reflexionar. El muchacho
dijo que no y fue fusilado...»
¿Hubiese actuado igual el enaltecido líder anarquista si el
capturado hubiera sido el militante de Falange Española de las JONS
Marciano Pedro Durruti Domingo, penúltimo de sus siete hermanos?
Quince años más joven que Buenaventura, Marciano Pedro, tan exaltado
como su hermano, ingresó en la Falange a comienzos de 1936, trató de
mediar entre José Antonio Primo de R
ivera y el propio Buenaventura y
acabó fusilado por miembros de su mismo bando en 1937. Para él valdría
el retrato que Pío Baroja trazó de su hermano: «Durruti era tipo para
tener biografía en romance, en un pliego de literatura de cordel, con un
grabado borroso en la primera página».
Marciano Pedro Durruti Domingo -no Domínguez, por más que lo pongan
biógrafos de Buenaventura- había nacido en León el 6 de marzo de 1911.
Para entonces su hermano Buenaventura estaba a punto de cumplir 15 años y
no hacía mucho que había dejado los estudios para incorporarse al
taller de Melchor Martínez, donde, como escribe Abel Paz, aprendería
socialismo además del oficio de mecánico. Marciano Pedro acabaría
igualmente siendo mecánico y chapista.
También como su hermano Buenaventura, empezó desde joven a militar en
política. Inicialmente, en las filas del anarquismo y, seguramente, con
la misma ostentación sobreactuada con que años después defendería el
falangismo. En octubre de 1934, a los 23 años, y con su hermano
Buenaventura ya convertido en mito anarquista, Marciano Pedro fue puesto
a disposición de las autoridades militares de León por considerársele
implicado en el movimiento revolucionario y significado elemento de la
FAI.
DE ANARQUISTA A FALANGE
Ha sido Manuel Durruti Cubría, doctor en
Ciencias Químicas por la universidad alemana de Heidelberg y sobrino de
Buenaventura y Marciano, quien de verdad se ha tomado el trabajo de
exhumar el perfil del hermano falangista. En su empeño de esclarecer la
memoria de los Durruti al margen de filias y fobias políticas, él fue
quien dio con los papeles de la causa 405/37 que condenó a la pena
capital a su tío Marciano.
Al poco más de un año de la detención de 1934, Marciano ya militaba
en Falange. La afiliación de un hermano de Buenaventura Durruti que,
además, había pertenecido al Ateneo Obrero despertó recelo entre ciertos
falangistas locales. Pese a lo cual, el joven mecánico leonés ingresó
el 5 de febrero de 1936 con el aval, nada menos, que de José Antonio
Primo de Rivera.
El poeta Victoriano Crémer dedica un cálido espacio a Marciano Pedro
Durruti -él lo llama Pedro, a secas, y lo define como
«anarco-falangista»- en su memorial El libro de San Marcos. Los dos
coincidieron en la penosa cárcel leonesa de San Marcos.
En ese libro, Crémer alude a la relación de Marciano con Primo de
Rivera y a un intento de mediación del falangista leonés entre su
hermano y José Antonio. «Aquel Pedro Durruti, bajo y fuerte como un
legionario romano», escribe Crémer, «de mirada insolente y penetrante
como todos los del clan y palabra arrebatada comenzó a desplegar
actividades en los distintos campos, convertido en conspirador de la
fusión o de la confusión. Y fue de José Antonio a Buenaventura y de éste
a Angel Pestaña [anarquista fundador del Partido Sindicalista]».
Un informe del delegado de Orden Público de León asegura que Primo de
Rivera dio un cargo a Marciano Durruti en Falange Española de Madrid
«por una gestión que había hecho con los anarquistas de Barcelona». En
cualquier caso, no parece que los contactos fueran muy fructíferos. Como
remata Crémer: «A punto estuvo [Marciano] de ser estrangulado por su
propio hermano cuando le llegó con la embajada del desaforado
contubernio».
![Carné de miembro de Falange Española de las JONS de Marciano Durruti. Carné de miembro de Falange Española de las JONS de Marciano Durruti.](http://estaticos03.cache.el-mundo.net/suplementos/imagenes/2007/04/02/1175378408_1.jpg)
A su vuelta de Madrid, en los primeros días del conflicto civil,
buscó refugio en casa de otro de los hermanos Durruti, entonces
destinado como fogonero en la reserva de locomotoras de la localidad
leonesa de Busdongo. Y de allí pasó a León, donde un año más tarde se
precipitaría su tragedia.
En una ciudad pequeña y de atmósfera tirando a levítica como León, un
tipo vehemente como Marciano Durruti, llegado al falangismo del
anarquismo, tenía las de perder. Y su alineamiento con las tesis del
sucesor de Primo de Rivera, Manuel Hedilla, condenado a muerte por
Franco por resistirse a la unificación de Falange Española con los
tradicionalistas, sería el detonante de su condena.
IDEAS CORROSIVAS
Según el sumario del consejo de guerra
celebrado contra él entre el 21 y el 22 de agosto de 1937, Marciano
Durruti iba proclamando con absoluto descaro, en público y en privado,
ideas corrosivas como la disolución de la Guardia Civil, la desaparición
del clero, la admisión en Falange de socialistas y comunistas o la
subordinación del Ejército a Falange. Incluso se recogió un informe que
insinuaba que podría haber dado, o eso se decía, el fichero de Falange a
la Dirección General de Seguridad republicana, debido a lo cual habrían
sido fusiladas gentes de derechas por elementos marxistas.
De poco vale argüir en su descargo una nota publicada en el diario
anarquista Claridad en abril de 1936: «En cuanto a la detención de un
tal Marcelo [sic] Durruti en compañía de un pistolero a sueldo del
fascio llamado Moldes hemos de decir que, aunque él se llama anarquista
no es tal, pues los informes que de él tenemos son pésimos, y no hay más
sino que nuestro querido compañero Buenaventura Durruti tiene la
desgracia de ser hermano suyo, y este sinvergüenza trata de explotar el
nombre limpio de su hermano, olvidando que éste le tuvo que echar de su
lado».
La suerte de Marciano Pedro estaba echada y en un vertiginoso -y algo
chapucero- consejo de guerra se le condenó a muerte por adhesión a la
rebelión con la peculiaridad de que la pena fuese «ejecutada por
individuos de la misma organización del condenado».
Marciano Pedro murió fusilado el mismo día 22 de agosto en El Ferral
del Bernesga, en León. Se ignora si fue amortajado con la prenda para la
que, sugiere Victoriano Crémer, su hermana Rosa habría bordado la
estampilla del yugo y las flechas, en labor como sacada del Cara al sol.
Enterrado en el cementerio municipal de León, Marciano Pedro Durruti no
podía aspirar a un duelo multitudinario como el que Barcelona ofreció a
su hermano Buenaventura, cuya muerte sigue sin esclarecerse del todo.
Unos dicen que fue un accidente con su propio fusil; otros, que fue
asesinado por agentes estalinistas, ejecutado entonces por gente de su
mismo bando, como ocurrió con Marciano.
Fuera como fuese, Buenaventura murió el mismo 20-N de 1936 que José
Antonio Primo de Rivera, ¿el mentor de Marciano Pedro? Tristes ironías,
disidencias, tal vez caprichos de la Historia.
LAS CLAVES
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