Sé que en los luceros preocupan ya poco las cosas de la tierra, pero
también sé que aquellos que entregasteis la vida, conscientes de que ese
riesgo era parte del precio aceptado por amar, no os termináis nunca de
desligar de lo terreno, y con el rabillo del ojo procuráis vigilar
nuestros pasos, guiar nuestros esfuerzos y servir de luz a los que
vivimos y bebemos de las mismas heces.
Y en esa vigilancia, padre, no habrás podido evitar asistir con
asombro, con asco, con pena inmensa, a los acontecimientos de este fin
de semana en Biarritz, donde una vez más se ha consumado la felonía que
el gobierno socialista dejó en manos del popular, y que el popular
aceptó con la misma frialdad, la misma cobardía, la misma miseria moral y
falta de escrúpulos, de los que ha hecho gala la derecha española
durante toda su existencia.
En Biarritz, en una ciudad de un país supuestamente democrático,
perteneciente al ámbito único de decisión de la Unión Europea, alineado –
también supuestamente – con España en lo que a la persecución del
terror se refiere, una suerte de inmundicia humana, buscada en todas las
cloacas (¿o no tan buscada?) del planeta, por sus crímenes infectos
contra España, en las vidas y las haciendas de los españoles, se ha
reunido una vez más entre cánticos románticos, bucles melancólicos y
consignas perversas, para reclamar su “regreso heroico, su
reconocimiento público y el fin de la persecución política de la que
siguen siendo objeto por parte de países como España y Francia”.
Antes, otros varios países de la misma alcantarilla europea a la que
pertenecemos – Noruega entre otros – ha recibido a distintos
representantes de la banda criminal, y les ha otorgado premios y
subvenciones de hasta un millón de euros, para reconocer y premiar los
esfuerzos de la escoria terrorista en su afán de “aplaudir con una mano”
en clara referencia a que los esfuerzos de paz, por lo visto, corren de
su cuenta.
Necesariamente tenías que estar incómodo, padre. Te recuerdo
perfectamente en vida, clamar por los rincones, debatirte entre la
serenidad militar y el deber patriótico, cada vez que una noticia
injusta golpeaba en los televisores o en las emisoras de radio. Te
recuerdo bramando justicia incapaz de permanecer quieto mientras se
consumaban las traiciones sucesivas que ya entonces vivimos y que
todavía hoy se siguen consumando, como claramente anticipabas entonces,
pese a que nadie te lo haya querido reconocer.
Te entiendo bien, padre, pese a que tú aguardas ya donde los demás aún ponemos los ojos, siempre arriba.
Y porque te entiendo, he querido hoy, una vez más, poner sobre tu
lápida esas cinco rosas que reclaman siempre una primavera para España,
donde los cobardes politicastros de izquierda y derecha, los mezquinos
asesinos y toda la escoria que les ampara y protege no tengan cabida, y
donde la justicia, la dignidad, la verdad, la memoria y la victoria sean
los valores con los que reconstruir una patria que, desgraciadamente,
ha desaparecido.
Y porque siempre es mejor entretener esa otra mano que les falta en seguir poniendo cinco rosas rojas.
Martín Ynestrillas
http://martinynestrillas.blogspot.com.es/
http://martinynestrillas.blogspot.com.es/
1 comentarios:
miserables y cobardes fueron los cerdos franquistas hijos de prostituta que reprimieron y mataron vascos durante 40 años de dictadura, lo de eta es una reaccion logica, y si ajusticiaron a ese CERDO HIJO DE PROSTITUTA del padre del cerdo ynestrillas es por que habia sido colaborador de una DICTADURA! no por que fue un santo. SANGRE POR SANGRE 2 tiros en la cabeza a todo cerdo hijo de prostituta que rebuzne "arriba españa" PUTA ESPAÑA DE MIERDA! GORA ETA MILITARRA! HONOR Y GLORIA A LOS GUDARIS! miserables y cobardes son los fachas de tu familia vomito de perro infecto hijo de ramera!
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